viernes, 4 de junio de 2010


El Aprendizaje y las Competencias





Las diversas teorías o concepciones de los procesos de aprendizaje que a lo largo del tiempo se han ido proponiendo, están todas involucradas en las competencias, y éstas se han desarrollado de manera paulatina desde los precursores del homo sapiens.

La percepción en el ser humano se presenta cuando se suceden diversos hechos o acontecimientos en el entorno del observador, se produce de inmediato una asociación con los conocimientos previamente adquiridos, que incluso desde el nacimiento el ser ya tiene, y se provocan las respuestas a los estímulos recibidos. La información que se adquiere se organiza, discriminando ―mas no desechando totalmente― la información que se considere pertinente, voluntaria o involuntariamente. Tal información, ya organizada se usa para un aprendizaje posterior, ya por inducción o experimentación directa, de manera que se va integrando un aprendizaje significativo., al relacionar los saberes previos con los nuevos conocimientos. Al procesar la información se efectúa un proceso cognitivista, que provocará una respuesta del aprendiz. Al interactuar éste con el medio que le rodea su aprendizaje será constante y estará en función de su capacidad cognitiva y desde luego de sus conocimientos previos. Al estar inmerso en un contexto social, el aprendiz podrá compartir sus conocimientos, llevándose a cabo un aprendizaje colaborativo.

Una enseñanza y aprendizaje por competencias ha de tener rasgos de cada uno de los conceptos del aprendizaje, y será efectiva en la medida, con la calidad y la profundidad que se apliquen de manera adecuada en un contexto sociocultural determinado.
Es evidente, entonces, que el aprendizaje no puede valorarse, mucho menos medirse, en función de las respuestas que un reactivo pudiere provocar, sino en la efectividad de las acciones que pudieren darse como consecuencia del confrontamiento con un determinado problema usando los saberes adquiridos y ejercitando las habilidades específicas para las que se ha adiestrado al aprendiz. Sin embargo, hay que considerar desde luego que incluso la valoración y evaluación de tal efectividad puede ser sumamente subjetiva, dependiendo del tipo de problema y la actitud de los evaluadores, hablando de un contexto psicopedagógico.


F Baíza



El Aprendizaje y el Desarrollo de las Competencias






No hay, a la fecha, evidencia alguna que nos haga pensar que los antropoides y luego los homínidos abandonaran a sus crías como lo hacen otras especies animales, más bien han de destacarse los hechos de que tenían un gran cuidado por las criaturas ―me resisto a decir simplemente crías―, se desarrollaba un vínculo muy estrecho entre ellos y la madre, primero, y el padre después, y se encontraba así en sus albores el acto de enseñanza–aprendizaje. Las criaturas aprendían a sobrevivir con los cuidados y enseñanzas de la madre, y a producir herramientas de caza, que aunque incipientes, fueron efectivas, con el padre; así mismo, cuando las garras se sustituyeron por uñas, al descubrirse las palmas de las manos y dejar mayor superficie táctil, empezaron a desarrollar sensibilidad en ellas y otras partes del cuerpo. La posición del pulgar o dedo prensil, fundamental para el asimiento, hizo posible la creación y fabricación de herramientas que es algo que hace al homo sapiens destacar de manera insuperable hasta ahora, entre otras especies. El agrupamiento o asociación de una familia con otra, de una tribu con otra, y el descubrimiento de nuevos sitios para vivir, obligados por el hambre, vestido y circunstancias climáticas originaron el aprendizaje y trabajo colaborativos que aunque unos llaman informal yo prefiero llamarlo trascendental; de manera similar, el aprendizaje por descubrimiento ya estaba en pleno desarrollo y la experimentación directa se daba día con día, de forma tal que también el aprendizaje significativo se gestionaba ya: si no había un relación con los saberes previos la sobrevivencia estaba en peligro. Los recuerdos de los ayeres ―aunque la edad promedio, o esperanza de vida, era alrededor de 20 años en los neandertales― vaya que sí tenían fuertes y profundos recuerdos, no sólo de los graves riesgos sino también de los bellos paisajes, ambos plasmados en las pinturas rupestres magdalenienses de hace unos 15 mil años ya comentadas con anterioridad, cuyos autores habían visto aumentada su esperanza de vida en aproximadamente un lustro más. El aprendizaje puede valorarse con las acciones resultantes de los aprendices, como lo hicieron nuestros ancestros, aunque unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera ―como lo pregunta la Guía de Trabajo de esta semana― también pueden llevarnos a respuestas que demuestren que hay aprendizaje. ¿Tenemos dificultades para diferenciar entre aprendizaje y aprendizaje significativo? En palabras de Vargas: la nueva exigencia educativa: desarrollar competencias y hacerlo a partir de aprendizajes significativos y situados en la realidad. ¿Es que podremos considerar realmente nuevas las actuales exigencias educativas? Añade también: en el ámbito propio del mundo académico…establecer una mejor articulación entre los objetos de estudio (conocimiento teórico) y los objetos socio-profesionales (praxis del conocimiento). Parece que hay una disociación entre el conocimiento teórico y su praxis, lo cual no ha sido totalmente incierto en la educación en México en las últimas diez décadas. Es de extrañarse, también, que Perrenoud afirme: "Una competencia se reconoce al relacionar de manera adecuada los conocimientos previos con un problema”. Y vaya que es de extrañarse. Tal vez sea conveniente echar una mirada junto con una exhaustiva leída y una profunda reflexión ―sugerida de un acto de contrición― para seguir de ella aprendiendo. O empezar a hacerlo.

F Baíza