
Cuando Malevich pintó su obra Cuadrado Negro sobre Fondo Blanco quiso reducir al mínimo la expresión pictórica, la abstracción estricta, el sentimiento puro en el arte, llamando suprematista movimiento pictórico que originó tal pintura. Nos invitaba a reflexionar sobre la necesidad de un punto de partida para una apreciación que él llamaba pura del arte. Considerando el ejemplo de Malevich, y reflexionando sobre el mínimo de elementos que se requiere para un óptimo acto de enseñanza-aprendizaje, podríamos considerar que el constructivismo es una buena herramienta para hacerlo. El término constructivismo es reciente, y en el ámbito pedagógico el constructivismo social expone que un aprendizaje puede darse de manera óptima cuando existe un ambiente propicio, haya una interrelación e interacción entre maestros, estudiantes, actividades y su entorno o espacio de trabajo. Aunque el constructivismo sea reciente, imaginemos ahora a nuestros ancestros, descendiendo de los arbóreos hogares, cuando habrían de reducir al mínimo sus saberes, no sólo por la escasa capacidad craneana sino por lo incipiente de su lenguaje, y compartir y transmitir sus conocimientos a descendientes y compañeros de la tribu: sólo un entorno seguro, como las cuevas que habitaban, una relación confiada y cordial entre los miembros del grupo, adultos y jóvenes, y un conocimiento e interrelación adecuados del medio que les rodeaba, podía garantizar la supervivencia del grupo. Las cuevas de Altamira o Lascaux manifiestan no sólo gran parte del conocimiento y su transmisión, sino de la gran sensibilidad artística, por ejemplo, de nuestros ancestros, como en otras culturas. Había conocimiento, discernimiento, aprendizaje y arte. En las cuevas. Hoy, en muchas de las aulas que gozan de las tecnologías de la información, ambientes con calefacción y aire acondicionado, pizarrones electrónicos e incluso aulas inteligentes no se da ese acto educativo como en las cuevas. Hay que reestudiar a Malevich y admirar las pinturas rupestres; tal vez así tendríamos otra perspectiva. La pedagogía activa, cooperativa, abierta, la construcción de proyectos y problemas que menciona Perrenoud a fin de desarrollar las competencias son conceptos milenarios aunque con nombres nuevos, mas lo valioso del investigador es retomarlos e incluirlos en el ambiente pedagógico actual en el que hay proclividad al extravío, el re-etiquetado y la tan ansiada anteposición de un verbo ―que los seguidores de Bloom pusieron de moda― para así convertirlo en competencia, o al menos de la definición que de ésta incluyen en el programa. Los saberes que en el punto 4 del documento de referencia fueron usados por los habitantes de Lascaux, Altamira, en la Sierra de Guadalupe (México), y en miles de sitios más. ¿Podríamos hacerlo nosotros? Algunos nos esforzamos, otros tienen intereses diversos, alejados del compromiso y quehacer educativo. Cuando pido a mis estudiantes hacer una descripción de su hogar y vecindario o colonia, que es su entorno próximo, de sus aspectos positivos, sus ventajas y bondades, y recalco en esta apacible y bella Ciudad Juárez, luego de modelar y hablar del mi propio entorno, la respuesta es favorable: están ansiosos por mostrar al frente del grupo su exposición oral, gráfica, pictórica, con collages o recortes de revistas, con animaciones digitales los menos, qué hay de bueno en su ámbito. Cierto que hay escaseces y dificultades, pero hay disposición, y se genera aprendizaje con base en sus conocimientos previos, hay interacción, modelación, transmisión de conocimientos, desarrollo de habilidades, actitudes positivas y discernimiento. Hay crecimiento. En mis clases de historia del arte mundial me agrada disertar sobre los oficios de la edad media, y la Catedral de Chartres nos embelesa con sus bellos vitrales en los que se reseñan dos docenas de ellos. Maestro y aprendiz eran verdaderos artífices, y el segundo muchas veces no sólo aprendía el oficio sin salario, en ocasiones por años, sino que muchas veces tenía que pagar por aprender, pagar con su trabajo. Mas los maestros eran verdaderos maestros, y los aprendices ávidos de aprender. Seamos no sólo aprendices del oficio, sino maestros en el arte de enseñar. F Baíza Admiremos las pinturas mientras escuchamos música en la cueva