
Malestar es algo que enfada, incomoda, disgusta, inquieta, hiere y lastima. La cantidad y calidad es sumamente variable y puede ser física, emocional, intelectual, sentimental… o académica. También docente, como lo señala el Maestro Esteve. Mi opinión es proclive a lo meramente emocional, y cuando no hay estabilidad en el individuo, de los aspectos mencionados y de otros más, fácil es caer en agudo y profundo malestar que conlleva al deterioro del proceso de enseñanza aprendizaje, no sólo al deterioro ―a veces quebranto― del mentor, profesor o maestro.
La docencia la toma Esteve como aventura. Para ir a una aventura es necesario ser aventurado, atrevido, audaz, y esas son, en efecto, algunas de las cualidades de un maestro. Mas nunca he yo considerado la docencia como aventura, ya que mis metas y objetivos son fijos, claros, se qué busco en mis estudiantes, y qué quiero del curso. Obstáculos, los hay, pero son salvables. Todos, en mayor o menor medida. Antes o después, ya que la vida, como el mundo, sigue girando.
Se menciona en el libro El Malestar Docente de JM Esteve una serie de premisas que, a su juicio, conducen a una grave incomodidad en el docente. A veces, más que incomodidad, a la angustia misma. En la introducción el autor menciona que Nuestra sociedad y nuestros profesores necesitan redefinir los valores en los que creen, los objetivos por lo que trabajan y el tipo de hombre que quieren formar, y ésta es, a mi juicio, una pieza clave en la estructura educativa de cualquier organismo, no necesariamente región o país.
Dentro de los factores de primer orden, que el autor en su libro menciona, y de los que parte este breve ensayo, se indican recursos materiales, violencia y agotamiento docente. La carencia de recursos materiales es común, en mayor o menor medida, y frecuente el escuchar que sin ellos no podemos dar clase… cosa más falsa no hay. Cierto es que ayudan los recursos, mas cuando escasos o nulos son, siempre están a la mano una vara y una superficie de tierra. Recientemente impartí mi clase de inglés en el jardín, y estudiamos diversos temas como puntos cardinales, direcciones, vientos, vegetación, climas… y demás. Lo hice porque mi aula estaba en pequeñas reparaciones. Mas otras veces lo he hecho simplemente porque bajo un cobertizo, en la sierra, tal vez haya pizarra pero no tizas. O viceversa. Las tizas son más fáciles de cargar que el pizarrón. Los tan mentados recursos audiovisuales como el pizarrón electrónico y otros, que ayudan y agilizan la clase, los he visto usarse sólo como pantalla. Vil desperdicio. ¿Qué habría hecho Gabriel Mistral con tales recursos? Los recursos hay que allegárselos. El saber cómo depende de cada profesor e institución. Hay gente, instituciones, industrias, fundaciones prestas a ayudar.
La violencia está presente en todos sitios, no física sino también verbal. Pero especialmente he apreciado a lo largo de mi carrera docente una violencia de actitud, y nada menos que de maestros. Lamentable, pero así es. El maestro o profesor sigue teniendo una actitud que a los ojos de los estudiantes lo hace ver como engreído, soberbio… y otras como simple individuo al que mueven a su gusto, o con quien hay que entablar amistad para pasar… como lo he oído.
El agotamiento docente que el maestro Esteve menciona, en cuanto a la presión que el contexto ejerce sobre el docente, cuyas consecuencias son el ausentismo, falta de estima y de compromiso, pues simplemente hay que enfrentarlos y resolverlos, si es que se presentan. Un profesor que carezca de un carácter sólido y un temperamento controlable será presa fácil de tales presiones. Las consecuencias del malestar docente ―entre las que el autor menciona ausentismo, desconcierto, abatimiento, deterioro en la calidad de la educación, enfermedades de los profesores y demás― son ampliamente conocidas.
Contra todos esos malestares podemos luchar, analizar sus causas y prevenir las consecuencias.
Mas hay algo que, en mi opinión, es de suma importancia mencionar, simple y llanamente porque es algo con que hasta ahora no podemos luchar.
En la imagen del profesor, que el autor trata como factores de segundo orden o contextuales, cuando menciona los despidos causados por enfrentamientos ideológicos, el inmediato recuerdo de la Maestra Georgina Rábago, quien fue despedida de su cargo porque la profunda mediocridad, desmesurada soberbia, insultante arrogancia y ofensiva prepotencia de un secretario de estado no quería que su hija, alumna de tal maestra, leyera libros como Aura de Carlos Fuentes. Vaya que el enfrentamiento ideológico es ferozmente brutal.
Recordemos, quienes sobre el Palacio de Bucareli noticias pudimos tener, que Carlos Abascal tenía en su despacho, lado a lado, la imagen de Benito Juárez junto con la de la Virgen de Guadalupe. No junto a, sino junto con. No es el gusto de su amueblado lo chocante, sino la contraposición absurda de ideologías en alguien que bajo su responsabilidad tenía mucho de los destinos de este país.
Recordemos también, ya que necesario es, que, Gandhi, inmerso en una profunda religiosidad, luchó y ganó su propia lid entre laicismo y educación. Por ello Mahatma significa Alma Grande.
Mas en la docencia malestares y pesares los hay y siempre los habrá. Brutales como el mencionado, bárbaros como algunos más. Y no por ello las penas me quitan el sueño. El mundo sigue girando y quiero seguir levantándome de madrugada, como por años lo he hecho, con el ánimo enhiesto, la mente y corazón bien templados, como el clave de JS Bach.
F Baíza
La docencia la toma Esteve como aventura. Para ir a una aventura es necesario ser aventurado, atrevido, audaz, y esas son, en efecto, algunas de las cualidades de un maestro. Mas nunca he yo considerado la docencia como aventura, ya que mis metas y objetivos son fijos, claros, se qué busco en mis estudiantes, y qué quiero del curso. Obstáculos, los hay, pero son salvables. Todos, en mayor o menor medida. Antes o después, ya que la vida, como el mundo, sigue girando.
Se menciona en el libro El Malestar Docente de JM Esteve una serie de premisas que, a su juicio, conducen a una grave incomodidad en el docente. A veces, más que incomodidad, a la angustia misma. En la introducción el autor menciona que Nuestra sociedad y nuestros profesores necesitan redefinir los valores en los que creen, los objetivos por lo que trabajan y el tipo de hombre que quieren formar, y ésta es, a mi juicio, una pieza clave en la estructura educativa de cualquier organismo, no necesariamente región o país.
Dentro de los factores de primer orden, que el autor en su libro menciona, y de los que parte este breve ensayo, se indican recursos materiales, violencia y agotamiento docente. La carencia de recursos materiales es común, en mayor o menor medida, y frecuente el escuchar que sin ellos no podemos dar clase… cosa más falsa no hay. Cierto es que ayudan los recursos, mas cuando escasos o nulos son, siempre están a la mano una vara y una superficie de tierra. Recientemente impartí mi clase de inglés en el jardín, y estudiamos diversos temas como puntos cardinales, direcciones, vientos, vegetación, climas… y demás. Lo hice porque mi aula estaba en pequeñas reparaciones. Mas otras veces lo he hecho simplemente porque bajo un cobertizo, en la sierra, tal vez haya pizarra pero no tizas. O viceversa. Las tizas son más fáciles de cargar que el pizarrón. Los tan mentados recursos audiovisuales como el pizarrón electrónico y otros, que ayudan y agilizan la clase, los he visto usarse sólo como pantalla. Vil desperdicio. ¿Qué habría hecho Gabriel Mistral con tales recursos? Los recursos hay que allegárselos. El saber cómo depende de cada profesor e institución. Hay gente, instituciones, industrias, fundaciones prestas a ayudar.
La violencia está presente en todos sitios, no física sino también verbal. Pero especialmente he apreciado a lo largo de mi carrera docente una violencia de actitud, y nada menos que de maestros. Lamentable, pero así es. El maestro o profesor sigue teniendo una actitud que a los ojos de los estudiantes lo hace ver como engreído, soberbio… y otras como simple individuo al que mueven a su gusto, o con quien hay que entablar amistad para pasar… como lo he oído.
El agotamiento docente que el maestro Esteve menciona, en cuanto a la presión que el contexto ejerce sobre el docente, cuyas consecuencias son el ausentismo, falta de estima y de compromiso, pues simplemente hay que enfrentarlos y resolverlos, si es que se presentan. Un profesor que carezca de un carácter sólido y un temperamento controlable será presa fácil de tales presiones. Las consecuencias del malestar docente ―entre las que el autor menciona ausentismo, desconcierto, abatimiento, deterioro en la calidad de la educación, enfermedades de los profesores y demás― son ampliamente conocidas.
Contra todos esos malestares podemos luchar, analizar sus causas y prevenir las consecuencias.
Mas hay algo que, en mi opinión, es de suma importancia mencionar, simple y llanamente porque es algo con que hasta ahora no podemos luchar.
En la imagen del profesor, que el autor trata como factores de segundo orden o contextuales, cuando menciona los despidos causados por enfrentamientos ideológicos, el inmediato recuerdo de la Maestra Georgina Rábago, quien fue despedida de su cargo porque la profunda mediocridad, desmesurada soberbia, insultante arrogancia y ofensiva prepotencia de un secretario de estado no quería que su hija, alumna de tal maestra, leyera libros como Aura de Carlos Fuentes. Vaya que el enfrentamiento ideológico es ferozmente brutal.
Recordemos, quienes sobre el Palacio de Bucareli noticias pudimos tener, que Carlos Abascal tenía en su despacho, lado a lado, la imagen de Benito Juárez junto con la de la Virgen de Guadalupe. No junto a, sino junto con. No es el gusto de su amueblado lo chocante, sino la contraposición absurda de ideologías en alguien que bajo su responsabilidad tenía mucho de los destinos de este país.
Recordemos también, ya que necesario es, que, Gandhi, inmerso en una profunda religiosidad, luchó y ganó su propia lid entre laicismo y educación. Por ello Mahatma significa Alma Grande.
Mas en la docencia malestares y pesares los hay y siempre los habrá. Brutales como el mencionado, bárbaros como algunos más. Y no por ello las penas me quitan el sueño. El mundo sigue girando y quiero seguir levantándome de madrugada, como por años lo he hecho, con el ánimo enhiesto, la mente y corazón bien templados, como el clave de JS Bach.
F Baíza
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