viernes, 4 de junio de 2010


El Aprendizaje y las Competencias





Las diversas teorías o concepciones de los procesos de aprendizaje que a lo largo del tiempo se han ido proponiendo, están todas involucradas en las competencias, y éstas se han desarrollado de manera paulatina desde los precursores del homo sapiens.

La percepción en el ser humano se presenta cuando se suceden diversos hechos o acontecimientos en el entorno del observador, se produce de inmediato una asociación con los conocimientos previamente adquiridos, que incluso desde el nacimiento el ser ya tiene, y se provocan las respuestas a los estímulos recibidos. La información que se adquiere se organiza, discriminando ―mas no desechando totalmente― la información que se considere pertinente, voluntaria o involuntariamente. Tal información, ya organizada se usa para un aprendizaje posterior, ya por inducción o experimentación directa, de manera que se va integrando un aprendizaje significativo., al relacionar los saberes previos con los nuevos conocimientos. Al procesar la información se efectúa un proceso cognitivista, que provocará una respuesta del aprendiz. Al interactuar éste con el medio que le rodea su aprendizaje será constante y estará en función de su capacidad cognitiva y desde luego de sus conocimientos previos. Al estar inmerso en un contexto social, el aprendiz podrá compartir sus conocimientos, llevándose a cabo un aprendizaje colaborativo.

Una enseñanza y aprendizaje por competencias ha de tener rasgos de cada uno de los conceptos del aprendizaje, y será efectiva en la medida, con la calidad y la profundidad que se apliquen de manera adecuada en un contexto sociocultural determinado.
Es evidente, entonces, que el aprendizaje no puede valorarse, mucho menos medirse, en función de las respuestas que un reactivo pudiere provocar, sino en la efectividad de las acciones que pudieren darse como consecuencia del confrontamiento con un determinado problema usando los saberes adquiridos y ejercitando las habilidades específicas para las que se ha adiestrado al aprendiz. Sin embargo, hay que considerar desde luego que incluso la valoración y evaluación de tal efectividad puede ser sumamente subjetiva, dependiendo del tipo de problema y la actitud de los evaluadores, hablando de un contexto psicopedagógico.


F Baíza



El Aprendizaje y el Desarrollo de las Competencias






No hay, a la fecha, evidencia alguna que nos haga pensar que los antropoides y luego los homínidos abandonaran a sus crías como lo hacen otras especies animales, más bien han de destacarse los hechos de que tenían un gran cuidado por las criaturas ―me resisto a decir simplemente crías―, se desarrollaba un vínculo muy estrecho entre ellos y la madre, primero, y el padre después, y se encontraba así en sus albores el acto de enseñanza–aprendizaje. Las criaturas aprendían a sobrevivir con los cuidados y enseñanzas de la madre, y a producir herramientas de caza, que aunque incipientes, fueron efectivas, con el padre; así mismo, cuando las garras se sustituyeron por uñas, al descubrirse las palmas de las manos y dejar mayor superficie táctil, empezaron a desarrollar sensibilidad en ellas y otras partes del cuerpo. La posición del pulgar o dedo prensil, fundamental para el asimiento, hizo posible la creación y fabricación de herramientas que es algo que hace al homo sapiens destacar de manera insuperable hasta ahora, entre otras especies. El agrupamiento o asociación de una familia con otra, de una tribu con otra, y el descubrimiento de nuevos sitios para vivir, obligados por el hambre, vestido y circunstancias climáticas originaron el aprendizaje y trabajo colaborativos que aunque unos llaman informal yo prefiero llamarlo trascendental; de manera similar, el aprendizaje por descubrimiento ya estaba en pleno desarrollo y la experimentación directa se daba día con día, de forma tal que también el aprendizaje significativo se gestionaba ya: si no había un relación con los saberes previos la sobrevivencia estaba en peligro. Los recuerdos de los ayeres ―aunque la edad promedio, o esperanza de vida, era alrededor de 20 años en los neandertales― vaya que sí tenían fuertes y profundos recuerdos, no sólo de los graves riesgos sino también de los bellos paisajes, ambos plasmados en las pinturas rupestres magdalenienses de hace unos 15 mil años ya comentadas con anterioridad, cuyos autores habían visto aumentada su esperanza de vida en aproximadamente un lustro más. El aprendizaje puede valorarse con las acciones resultantes de los aprendices, como lo hicieron nuestros ancestros, aunque unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera ―como lo pregunta la Guía de Trabajo de esta semana― también pueden llevarnos a respuestas que demuestren que hay aprendizaje. ¿Tenemos dificultades para diferenciar entre aprendizaje y aprendizaje significativo? En palabras de Vargas: la nueva exigencia educativa: desarrollar competencias y hacerlo a partir de aprendizajes significativos y situados en la realidad. ¿Es que podremos considerar realmente nuevas las actuales exigencias educativas? Añade también: en el ámbito propio del mundo académico…establecer una mejor articulación entre los objetos de estudio (conocimiento teórico) y los objetos socio-profesionales (praxis del conocimiento). Parece que hay una disociación entre el conocimiento teórico y su praxis, lo cual no ha sido totalmente incierto en la educación en México en las últimas diez décadas. Es de extrañarse, también, que Perrenoud afirme: "Una competencia se reconoce al relacionar de manera adecuada los conocimientos previos con un problema”. Y vaya que es de extrañarse. Tal vez sea conveniente echar una mirada junto con una exhaustiva leída y una profunda reflexión ―sugerida de un acto de contrición― para seguir de ella aprendiendo. O empezar a hacerlo.

F Baíza

jueves, 20 de mayo de 2010

Un Ambiente Propicio para el Aprendizaje

Pinturas Rupestres en Lascaux, excelente sitio para el desarrollo de competencias...


Cuando Malevich pintó su obra Cuadrado Negro sobre Fondo Blanco quiso reducir al mínimo la expresión pictórica, la abstracción estricta, el sentimiento puro en el arte, llamando suprematista movimiento pictórico que originó tal pintura. Nos invitaba a reflexionar sobre la necesidad de un punto de partida para una apreciación que él llamaba pura del arte. Considerando el ejemplo de Malevich, y reflexionando sobre el mínimo de elementos que se requiere para un óptimo acto de enseñanza-aprendizaje, podríamos considerar que el constructivismo es una buena herramienta para hacerlo. El término constructivismo es reciente, y en el ámbito pedagógico el constructivismo social expone que un aprendizaje puede darse de manera óptima cuando existe un ambiente propicio, haya una interrelación e interacción entre maestros, estudiantes, actividades y su entorno o espacio de trabajo. Aunque el constructivismo sea reciente, imaginemos ahora a nuestros ancestros, descendiendo de los arbóreos hogares, cuando habrían de reducir al mínimo sus saberes, no sólo por la escasa capacidad craneana sino por lo incipiente de su lenguaje, y compartir y transmitir sus conocimientos a descendientes y compañeros de la tribu: sólo un entorno seguro, como las cuevas que habitaban, una relación confiada y cordial entre los miembros del grupo, adultos y jóvenes, y un conocimiento e interrelación adecuados del medio que les rodeaba, podía garantizar la supervivencia del grupo. Las cuevas de Altamira o Lascaux manifiestan no sólo gran parte del conocimiento y su transmisión, sino de la gran sensibilidad artística, por ejemplo, de nuestros ancestros, como en otras culturas. Había conocimiento, discernimiento, aprendizaje y arte. En las cuevas. Hoy, en muchas de las aulas que gozan de las tecnologías de la información, ambientes con calefacción y aire acondicionado, pizarrones electrónicos e incluso aulas inteligentes no se da ese acto educativo como en las cuevas. Hay que reestudiar a Malevich y admirar las pinturas rupestres; tal vez así tendríamos otra perspectiva. La pedagogía activa, cooperativa, abierta, la construcción de proyectos y problemas que menciona Perrenoud a fin de desarrollar las competencias son conceptos milenarios aunque con nombres nuevos, mas lo valioso del investigador es retomarlos e incluirlos en el ambiente pedagógico actual en el que hay proclividad al extravío, el re-etiquetado y la tan ansiada anteposición de un verbo ―que los seguidores de Bloom pusieron de moda― para así convertirlo en competencia, o al menos de la definición que de ésta incluyen en el programa. Los saberes que en el punto 4 del documento de referencia fueron usados por los habitantes de Lascaux, Altamira, en la Sierra de Guadalupe (México), y en miles de sitios más. ¿Podríamos hacerlo nosotros? Algunos nos esforzamos, otros tienen intereses diversos, alejados del compromiso y quehacer educativo. Cuando pido a mis estudiantes hacer una descripción de su hogar y vecindario o colonia, que es su entorno próximo, de sus aspectos positivos, sus ventajas y bondades, y recalco en esta apacible y bella Ciudad Juárez, luego de modelar y hablar del mi propio entorno, la respuesta es favorable: están ansiosos por mostrar al frente del grupo su exposición oral, gráfica, pictórica, con collages o recortes de revistas, con animaciones digitales los menos, qué hay de bueno en su ámbito. Cierto que hay escaseces y dificultades, pero hay disposición, y se genera aprendizaje con base en sus conocimientos previos, hay interacción, modelación, transmisión de conocimientos, desarrollo de habilidades, actitudes positivas y discernimiento. Hay crecimiento. En mis clases de historia del arte mundial me agrada disertar sobre los oficios de la edad media, y la Catedral de Chartres nos embelesa con sus bellos vitrales en los que se reseñan dos docenas de ellos. Maestro y aprendiz eran verdaderos artífices, y el segundo muchas veces no sólo aprendía el oficio sin salario, en ocasiones por años, sino que muchas veces tenía que pagar por aprender, pagar con su trabajo. Mas los maestros eran verdaderos maestros, y los aprendices ávidos de aprender. Seamos no sólo aprendices del oficio, sino maestros en el arte de enseñar. F Baíza Admiremos las pinturas mientras escuchamos música en la cueva

viernes, 14 de mayo de 2010

El Entorno de Mis Estudiantes















Ciudad Juárez, contemplando El Paso, TX



En ocasiones se resbalaba, y a duras penas podía levantarse, pues las fuertes ráfagas de vientos que llenaban de polvo sus oscuros ojillos le impedían ver con claridad. Terrones ocluían su nariz, y el ocre coloreaba su ya hirsuto cabello, que con trabajos había lavado en su breve baño, luego de recorrer docenas de metros con cubetas de agua semitransparente, de corrosivo aroma, pues su vivienda carecía siquiera, como miles en el área, de simples tomas de agua potable comunitaria. Su madre, abandonada por su pareja años atrás, hacía el mismo recorrido, pero salía de su casa a las 4h30 de la mañana para llegar dos horas después a la planta donde como obrera trabajaba. No había oportunidades, aunque haya quienes crean que es cosa de sólo salir y recogerlas en la mano, como gotas de ansiada lluvia tan deseadas por llegar en este cercano verano. Cosas veredes… otras creyeres.


El chico recogió sus cuadernos y corrió a la parada del autobús, llegando justo a tiempo para recibir un fuerte destello que de nuevo le nubló los ojos, y le refresco la memoria ―vaya paradoja― de que la temperatura alcanzaba ya 36°C en esa tarde a la mitad de una polvorienta y cálida primavera. Ya en su asiento del autobús, con una botella de agua refrescó su boca, limpió su cara y ojos, y se dispuso a releer su tarea de inglés. La escuela a la que asistía estaba a una hora y cuarenta minutos en esta ciudad donde la distancia se cuenta por lapsos, no por kilómetros. Unas cuantas monedas se sacudían en los bolsillos en cada bache que el vehículo pasaba, mas de pronto un brusco enfrenón y vociferantes gritos le hicieron despegar sus ojos del cuaderno. Su reloj de pulsera, obsequio de cumpleaños, desapareció en un santiamén con una hedionda mano que le tomó por sorpresa. Otros más también estaban sufriendo diversos ultrajes. No era la primera vez. Asustado más tarde llegó a su salón, con el uniforme sucio, los cuadernos maltratados, encontrándose con su compañera de banca, de seis meses de embarazo, que la semana anterior había sufrido también un asalto, pero a mano armada. El ambiente en el salón era cálido, las sonrisas de sus compañeros los cobijaron, un lonche le invitaron a la futura madre que ese día ni siquiera desayuno había llevado a su boca. Su madre había trabajado doble turno en la maquila y ella no pudo procurarse nada, pues nada en casa esa mañana hubo. Ya refrescados, ambos, como muchos otros, se dispusieron con el ánimo en alto, a iniciar sus clases del día, sabedores de que sus maestros entenderían el porqué de sus cuadernos sucios, de sus libros extraviados, de sus tareas por completar, y de sus sonrisas en las bocas…

Cuando alguien se siente seguro, confortable en un sitio, su ánimo se caldea, y se transmite. No se contagia, ya que no es enfermedad. Un ambiente confortable motiva y promueve al aprendizaje, tanto del aprendiz como del maestro. No hay duda que el entorno físico y emocional en Ciudad Juárez está brutalmente lejos del deseado, y llevará décadas, según muchos analistas, nacionales y extranjeros, de que el ambiente sea similar cuando menos al de hace dos lustros. La violencia, la tremenda escasez de empleo, el pésimo estado de los servicios municipales como agua potable, drenaje, alumbrado eléctrico, mobiliario urbano, señalización; la contaminación, el narcotráfico, los embarazos a temprana edad de los estudiantes, la inseguridad en los medios de transporte y en las calles, incluso frente a los edificios de la Presidencia Municipal y de la Procuraduría, no se diga en los hospitales; la ineptitud, ineficiencia y demagogia de los representantes y funcionarios de todos los niveles de gobierno; la carencia de planes efectivos a corto plazo para la población en general de esta ciudad y múltiples y diversos problemas más no crean un entorno propicio para que el estudiante desarrolle sus habilidades, especialmente en esta etapa de su vida.
Las repercusiones que en los jóvenes tiene tal entorno son francamente negativas y opuestas a su desarrollo individual y colectivo. Son evidentes. Y considero que la creación de un sitio adecuado para su desarrollo ha de iniciar dentro del aula misma. El único sitio propicio, en términos generales, incluso fuera de su hogar, es la escuela, y en la escuela, el aula.


UN AMBIENTE PROPICIATORIO PARA EL APRENDIZAJE

La creación de un ambiente propicio, adecuado, confortable para el aprendizaje lo provee, en mi opinión, y con base en las circunstancias mencionadas, el aula misma. El establecimiento de normas en las que el estudiante participe, el fomento del respeto y la tolerancia, la puntualidad, responsabilidad y cumplimiento de deberes escolares está por demás mencionarlo. La ética y los valores han de discutirse y ponerse en práctica. Mas especialmente el desarrollo de las competencias transversales son lo que dará verdadero valor al crecimiento del estudiante.
Si en nuestra aula promovemos, motivamos, propiciamos las mismas competencias que no sólo tenemos en nuestros programas de estudio, sino que nosotros mismos las hemos aprendido, desarrollado y ajustado a lo largo de nuestra carrera docente, la asignatura será como un dulce que el estudiante mismo prepare y se deleite al degustarlo. Los estudiantes que en sus cuadernos llevan la Normas de Clase de las que ya en ocasión anterior comenté, cada que los abren leen en ellas las siguientes competencias:
• Estructura ideas y argumentos de manera clara, coherente y sintética.
• Aprende de forma autónoma.
• Asume las consecuencias de sus comportamientos y decisiones.
• Trabaja en forma colaborativa.
• Utiliza las tecnologías de la información.
• Participa con responsabilidad.
• Asume una actitud constructiva
• Piensa crítica y reflexivamente.

Y están aprendiendo, como el suscrito, a seguirlas, día a día.
El entorno puede parecer negativo, nebuloso, mas en él hay que crear un oasis, un jardín donde el estudiante cultive su propio saber.

Este primer diagnóstico no podía haberse elaborado sin la valiosa y apreciada contribución que mis estudiantes, sus padres, mis colegas profesores y algunos funcionarios de administraciones escolares, estatales y municipales diversas, han tenido la paciencia y gentileza de transmitirme al conversar conmigo.

F Baíza

domingo, 9 de mayo de 2010

El colorido del acto enseñanza-aprendizaje
















PAISAJES BOLIVIANOS



Mirad el colorido de este paisaje
Similar al de la clase que alegre se sucede
Cuando el saber fluye y penetra
Hasta muy hondo en cada uno
Ya mentor, ya estudiante,
Y cambia perspectivas y sentires
E intercambia sentires y saberes…

F BAÍZA

Dejemos que JS Bach y Sarah nos deleiten
mientras apreciamos tal paisaje…


AIRE PARA LA CUERDA DE SOL



sábado, 8 de mayo de 2010




Invitación a la danza sensual, Dexter Taylor


Carl Maria von Weber nos invitaba a la danza...

Yo les invito a escuchar la música, leer los textos y comentarlos...
Buen día,
F Baíza

viernes, 7 de mayo de 2010

ENTRE LA DOCENCIA Y MI PROFESIÓN




La cercanía de la docencia, la ausencia del presente
que padre se pretende...


El maestro estaba absorto en el libro que sobre Morelos escribía. Su desempeño como diputado y escritor lo compartía como maestro. El grupo empezaba a desorientarse. En una ocasión, cuando el maestro dudó en qué ejercicio ponernos tuve el atrevimiento de sugerirle uno… lo cual no sólo fue aceptado sino que me pidió pasara al pizarrón, lo escribiese y explicase a mis compañeros. Completé las semanas del curso como maestro de mi propio grupo. Estudiaba yo el tercer año en una escuela secundaria de la Ciudad de México. Era la clase de inglés, y gozaba de una beca que mi padre consiguió para que estudiara esa lengua en el Instituto Anglo-Mexicano de Cultura.
Mi inquietud y aparente vocación se vio reforzada cuando mi padre me dijo: Fernando, puedes estudiar y hacer lo que gustes, mas tienes que prepararte mucho y preguntar más a quienes sepan cuando no conozcas el tema. Pero lo más importante es que compartas con los que se acerquen a ti lo que aprendas, pues tu madre y yo nos esforzamos mucho para que tus hermanos y tú asistan a la escuela y cumplan con ella. Coyuntura tal pocas veces se ha repetido. Mi incipiente vocación de servicio no estaba aún ligada a la docencia.
En la escuela preparatoria ahondé mis conocimientos en diversas materias, y aunque dudé en estudiar psicología o arquitectura, finalmente me desarrollé en la segunda. Y nunca me he arrepentido. Sin embargo, tuve la oportunidad de estudiar simultáneamente con mi carrera otras materias en diversas escuelas y facultades de la Universidad de México, aparentemente tan disímbolas como ciencias, psicología, ingeniería, administración, filosofía y sociología, así como en el Centro de Lenguas. El panorama del conocimiento se presentaba vasto ante mis ojos.
Recién había yo iniciado mi carrera de arquitecto cuando tuve el privilegio de ser invitado como profesor en unas materias de mi carrera. Mas debo comentar que mayor privilegio fue el poder aún contar con profesores de enorme experiencia y sapiencia, no sólo como docentes, sino como diseñadores, constructores, autores y conferencistas. Pero especialmente como seres humanos. Tal responsabilidad, nueva para mí, me llevó a estudiar en el entonces recién inaugurado Centro de Didáctica de la UNAM, y a visitas frecuentes a clases de pedagogía. Desde luego, mi carrera, que estaba planeada para concluirse en cinco años, la terminé en nueve. Todos muy provechosos. Continué por cinco años como profesor en la entonces escuela Nacional de Arquitectura, hoy Facultad, y lo he seguido siendo en diversas universidades privadas de este país y en un par de escuelas del extranjero. Mi preparación ha sido constante, mas nunca he dejado, ni dejaré, el ejercicio de mi profesión como arquitecto.
Mi primer contacto con adolescentes en el aula fue hace una década, con un grupo de estudiantes hipoacúsicos, con capacidad auditiva nula o sumamente disminuida y por ende oral. Comúnmente llamados sordomudos, estas personas tienen su propia manera de comunicarse y ellos mismos se excluyen del grupo de discapacitados, minusválidos o de capacidades diferentes. Mis doce estudiantes fueron modelo en la clase: puntuales, ordenados, responsables, activos y muy alegres. Uno de mis estudiantes viajaba más de dos y media horas para llegar a las 7h30 a la clase… que empezaba a las 8h00. Esto me recuerda a un estudiante de una universidad privada que vivía en la misma manzana del campus, y nunca llegó puntual a la clase de 7h00. Recuerdo gustosamente una anécdota: en una de mis primeras clases, para llamar la atención palmeo dos veces (lo sigo haciendo) y los estudiantes suspenden actividades y voltean a verme y escucharme, mas en esa ocasión palmeé y palmeé y nadie volteó. El extraño era yo. Esta clase fue particularmente interesante pues impartí técnicas de preparación de alimentos y el cuidado que hay que tener es grande, pues no escuchan si algo cae al piso o alguna olla está en ebullición. Aquí aprendí a modelar. La especialidad que en gastronomía tengo, como simple gusto personal, me lleva también a la docencia en esta disciplina, mas el modelar a los estudiantes es algo que considero valioso y necesario en cualquier disciplina. Especialmente en el diseño arquitectónico.
Durante muchos años he impartido esta cátedra, diseño arquitectónico, en muy diversos sitios, junto con teoría e historia de la arquitectura, así como cálculo y construcción. Y en el diseño se requiere modelar. De manera que me sigue sorprendiendo cuando a algunos colegas sus estudiantes les piden muestras de su trabajo como arquitectos y nunca las presentan. Y el modelar ―considerándolo como el hacer o simular hacer algo, o representarlo― es sumamente útil en las clases de lengua inglesa que ahora imparto a estudiantes adolescentes. El pedir, solicitar u ordenar algo muchas veces va aparejado con el saber hacerlo, en ocasiones literalmente con las mismas manos, como en el caso del escultor o pianista, o también el del maestro albañil o del chef de cuisine, como elegantemente también se les dice ―o se nos dice― a algunos cocineros. Y el saber hacerlo implica saber cómo hacerlo, no simplemente pedirlo, sino ejecutarlo. Conclusiones bienvenidas para algunos cursos por correspondencia, ahora con el nombre de modalidad en línea o a distancia, como los de piloto aviador o astronauta. ¿Hay correspondencia en estos cursos, en el sentido de reciprocidad? ¿Y qué hay de los cursos de pedagogía? Mientras, en principio, no haya un contexto con praxis inherente o implícita difícilmente habrá un resultado positivo o favorable a la docencia, al ámbito de la enseñanza aprendizaje, aún en el caso de la investigación.
Cuando el profesor modela los estudiantes lo imitan, y en la enseñanza de una lengua la gesticulación y la mímica son complementarias. La lengua inglesa debe enseñarse en nuestro país, aún en la frontera norte, como segunda lengua. La inmersión total ―swim or sink, nadas o te hundes―, como en las escuelas de California, Estados Unidos, no funciona, menos en la EMS. Y esta segunda lengua se aprende mejor y con más facilidad cuando el estudiante va construyendo apoyándose en los elementos de la estructura de su lengua nativa que sean similares a la segunda. Scaffolding -poniendo anadamiajes-, es como se llama en inglés a tal estrategia. Mas cuando el estudiante no conoce del todo su propia lengua, y cuando los profesores y administradores permiten que les llamen profes, lics y otros absurdos malsonantes, o cuando se dirigen a los estudiantes con frases como qué onda traen ‘ora chavos, si no se ponen a chambiar ‘orita… y otras barbaridades ―no referentes a los pueblos que invadieron los dominios romanos, sino a aquellos cuyo balbuceo al hablar los griegos lo consideraban como faltos de preparación, de educación― con incertidumbre camina. Y un maestro que así se dirige a sus estudiantes carece de preparación.
El poner andamiajes facilita al estudiante construir sobre su aprendizaje anterior, mas si tal aprendizaje, en el caso de la lengua, contiene frases coma las anteriores, es de pensarse que no habrá obra sólida. Ya lo imagino en construcción.
De scaffolding aprenderemos cuando estudiemos a Vygotsky, así como sobre la Zona de Desarrollo Próxima ―que los contumaces se empeñan en traducir como zona de próximo desarrollo― que ya comenté en mi texto Implicaciones Formativas, tarea de la semana 2 del Curso Propedéutico.
La lengua inglesa, especialmente la inglesa-norteamericana, o como sencillamente se llama también inglés americano, es la que se encuentra abundantemente, oral, escrita, cantada o en películas, en este país. Ya sea en el ámbito laboral, educativo, industrial, artístico, político o de los medios de comunicación, el inglés americano está presente. Principalmente por la cercanía ―envidiable para unos países, riesgosa para otros― con los Estados Unidos. Y es ese inglés americano el que principalmente se utiliza en las escuelas profesionales y universidades, en las empresas transnacionales, y en muchos sitios donde el egresado trabajará. Y se usa en la industria maquiladora de la frontera norte de este país. ¿Por qué entonces los libros de texto que el Conalep indica en su Referencia Documental Básica, que no es otra cosa que bibliografía, un libro de inglés británico en lugar de uno de inglés americano? La educación provee instrumentos y herramientas para facilitar el desarrollo de sus educandos, no para dificultárselo. El inglés británico puede seducir a un tecnócrata como un poema en francés o una canción en italiano a una dama. Mas no a un educador, especialmente en el caso de la lengua inglesa, principalmente por la vecindad con el país del norte. Si nuestros educandos estuvieran estudiando ciencias políticas y diplomáticas, capacitándose para el servicio exterior y trabajar como agregados o cónsules en Gran Bretaña, la perspectiva sería otra.
Y es precisamente una amplia perspectiva la que una educación multidisciplinaria provee. Peter Drucker, llamado por unos creador de la administración moderna, decía que hay que saber mucho de poco y poco de mucho. Ser especialista en algo y tener una amplia cultura general. Mas no es precisamente una educación multidisciplinaria la que proveemos a nuestros estudiantes del nivel medio superior.
Las diversas clases, cursos, cátedras y conferencias que he tenido oportunidad de impartir se han relacionado con arte, diseño arquitectónico, construcción y desarrollo de mercados, aunque también de gastronomía, principalmente. Nunca antes con la lengua inglesa. Tampoco con adolescentes, salvo el caso que más arriba narré. Y una invitación no se rechaza, menos cuando es relativa a la educación. Cumpliré en breve un año en este sistema, y francamente sólo veo una simple diferencia entre el estudiante adolescente y el estudiante adulto joven de licenciatura o maestría. La diferencia es la falta de interés en aprender. Eso es todo. Mas la diferencia es abismal, y tiene hondos orígenes y profundas causas, que le muestran un futuro incierto. La falta de interés se desprende, entre otros aspectos, de un desconocimiento de sí mismo, de falta de carácter ―no de temperamento―, de ausencia de valores, de vagos, dispersos y distorsionados conocimientos del mundo que le rodea. Hay más, desde luego, pero estos que menciono son, en mi opinión, sustanciales. Lejos, brutalmente lejos de aquél deseo vehemente de aprender que Juárez manifestaba. Frase rotunda, enhiesta, poderosa y admirable, como el maestro Juan María Alponte lo señala. Si a los estudiantes se les enseña a aprender a leer, no a leer para aprender, y si los estudiantes carecen de un interés por aprender, parece que las perspectivas no son nada prometedoras. Aunque algunos arguyan lo contrario. Y sin embargo, aún en un contexto similar, como el de Benito y Porfirio (Díaz, desde luego) los resultados son tremendamente diferentes. Pero parece que a Juárez sólo lo usan con demagogia.
Ser docente en la EMS está siendo para mí una oportunidad de seguir compartiendo el aprendizaje que he tenido, las experiencias que he adquirido, y el poder servir en un punto importante en la educación del adolescente. Y mi satisfacción es a diario. Enseño y comparto lo que se, y espero que los demás hagan lo mismo. Lo que no se, lo que desconozco o conozco a medias ―que es lo mismo― no puedo ni quiero enseñar. Y menos engañar.

F Baíza

EL SER Y HACER DOCENTE




Malestar es algo que enfada, incomoda, disgusta, inquieta, hiere y lastima. La cantidad y calidad es sumamente variable y puede ser física, emocional, intelectual, sentimental… o académica. También docente, como lo señala el Maestro Esteve. Mi opinión es proclive a lo meramente emocional, y cuando no hay estabilidad en el individuo, de los aspectos mencionados y de otros más, fácil es caer en agudo y profundo malestar que conlleva al deterioro del proceso de enseñanza aprendizaje, no sólo al deterioro ―a veces quebranto― del mentor, profesor o maestro.

La docencia la toma Esteve como aventura. Para ir a una aventura es necesario ser aventurado, atrevido, audaz, y esas son, en efecto, algunas de las cualidades de un maestro. Mas nunca he yo considerado la docencia como aventura, ya que mis metas y objetivos son fijos, claros, se qué busco en mis estudiantes, y qué quiero del curso. Obstáculos, los hay, pero son salvables. Todos, en mayor o menor medida. Antes o después, ya que la vida, como el mundo, sigue girando.

Se menciona en el libro El Malestar Docente de JM Esteve una serie de premisas que, a su juicio, conducen a una grave incomodidad en el docente. A veces, más que incomodidad, a la angustia misma. En la introducción el autor menciona que Nuestra sociedad y nuestros profesores necesitan redefinir los valores en los que creen, los objetivos por lo que trabajan y el tipo de hombre que quieren formar, y ésta es, a mi juicio, una pieza clave en la estructura educativa de cualquier organismo, no necesariamente región o país.
Dentro de los factores de primer orden, que el autor en su libro menciona, y de los que parte este breve ensayo, se indican recursos materiales, violencia y agotamiento docente. La carencia de recursos materiales es común, en mayor o menor medida, y frecuente el escuchar que sin ellos no podemos dar clase… cosa más falsa no hay. Cierto es que ayudan los recursos, mas cuando escasos o nulos son, siempre están a la mano una vara y una superficie de tierra. Recientemente impartí mi clase de inglés en el jardín, y estudiamos diversos temas como puntos cardinales, direcciones, vientos, vegetación, climas… y demás. Lo hice porque mi aula estaba en pequeñas reparaciones. Mas otras veces lo he hecho simplemente porque bajo un cobertizo, en la sierra, tal vez haya pizarra pero no tizas. O viceversa. Las tizas son más fáciles de cargar que el pizarrón. Los tan mentados recursos audiovisuales como el pizarrón electrónico y otros, que ayudan y agilizan la clase, los he visto usarse sólo como pantalla. Vil desperdicio. ¿Qué habría hecho Gabriel Mistral con tales recursos? Los recursos hay que allegárselos. El saber cómo depende de cada profesor e institución. Hay gente, instituciones, industrias, fundaciones prestas a ayudar.
La violencia está presente en todos sitios, no física sino también verbal. Pero especialmente he apreciado a lo largo de mi carrera docente una violencia de actitud, y nada menos que de maestros. Lamentable, pero así es. El maestro o profesor sigue teniendo una actitud que a los ojos de los estudiantes lo hace ver como engreído, soberbio… y otras como simple individuo al que mueven a su gusto, o con quien hay que entablar amistad para pasar… como lo he oído.
El agotamiento docente que el maestro Esteve menciona, en cuanto a la presión que el contexto ejerce sobre el docente, cuyas consecuencias son el ausentismo, falta de estima y de compromiso, pues simplemente hay que enfrentarlos y resolverlos, si es que se presentan. Un profesor que carezca de un carácter sólido y un temperamento controlable será presa fácil de tales presiones. Las consecuencias del malestar docente ―entre las que el autor menciona ausentismo, desconcierto, abatimiento, deterioro en la calidad de la educación, enfermedades de los profesores y demás― son ampliamente conocidas.
Contra todos esos malestares podemos luchar, analizar sus causas y prevenir las consecuencias.

Mas hay algo que, en mi opinión, es de suma importancia mencionar, simple y llanamente porque es algo con que hasta ahora no podemos luchar.
En la imagen del profesor, que el autor trata como factores de segundo orden o contextuales, cuando menciona los despidos causados por enfrentamientos ideológicos, el inmediato recuerdo de la Maestra Georgina Rábago, quien fue despedida de su cargo porque la profunda mediocridad, desmesurada soberbia, insultante arrogancia y ofensiva prepotencia de un secretario de estado no quería que su hija, alumna de tal maestra, leyera libros como Aura de Carlos Fuentes. Vaya que el enfrentamiento ideológico es ferozmente brutal.
Recordemos, quienes sobre el Palacio de Bucareli noticias pudimos tener, que Carlos Abascal tenía en su despacho, lado a lado, la imagen de Benito Juárez junto con la de la Virgen de Guadalupe. No junto a, sino junto con. No es el gusto de su amueblado lo chocante, sino la contraposición absurda de ideologías en alguien que bajo su responsabilidad tenía mucho de los destinos de este país.
Recordemos también, ya que necesario es, que, Gandhi, inmerso en una profunda religiosidad, luchó y ganó su propia lid entre laicismo y educación. Por ello Mahatma significa Alma Grande.

Mas en la docencia malestares y pesares los hay y siempre los habrá. Brutales como el mencionado, bárbaros como algunos más. Y no por ello las penas me quitan el sueño. El mundo sigue girando y quiero seguir levantándome de madrugada, como por años lo he hecho, con el ánimo enhiesto, la mente y corazón bien templados, como el clave de JS Bach.

F Baíza

LOS SABERES DE MIS ESTUDIANTES




El tiempo que mis estudiantes dedican al internet aparentemente es poco si lo comparamos con los de otras ciudades, una hora y cuarenta minutos promedio al día, mas la diversidad de sus temas es simplemente escasa. Fuera de usar el recurso como recipiente o intercomunicador, no hay más actividades. Hablo de mis estudiantes actuales. Jóvenes de la educación media superior. Nada hay en referencia con actividades creativas, críticas ni de investigación. Además de la verborrea, comadreo, cháchara, palique o parloteo, que son las más cercanas traducciones al chat no hay actividad diferente a las ya mencionadas. Se ha acostumbrado a los estudiantes a considerar a la red como panacea para sus males, que son las deficiencias escolares. El sentido de la crítica está en etapa incipiente, no digamos la autocrítica.

Las bitácoras proveen un medio para conocer opiniones de otros, en tiempo real, y poder compartir o complementar tal opinión. Son, asimismo, instrumentos de enlace con otros medios o personas. El aprovechamiento académico que se le dé a las bitácoras depende de la creatividad del autor, no sólo para hacerla atractiva visualmente, sino por la calidad y fundamentado de sus temas, así como por la originalidad, y también está supeditada en gran medida a lo acertado que sea el estudiante en la búsqueda de bitácoras específicas, a fin de poder intercomunicarse de manera efectiva y saber evitar interferencias o intervenciones indeseables, como los provocadores o aquellos que se hacen pasar por otros usando nombres apócrifos o seudónimos.
El uso de la bitácora depende de la creatividad del autor, no sólo para hacerla atractiva visualmente, sino por la calidad y fundamentado de sus temas, así como por la originalidad.

F Baíza

Alma Grande


Mas cuando leo al Mahatma...

Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida mientras haga daño en otro.

...me pregunto de nuevo ¿qué es la educación?

Parafraseando a Paulo Freire




No hay educador ni educando, sólo el acto educativo...
Cuando leo a Paulo pienso si realmente me puedo considerar educador.